Allá por enero de 2024, tras algunos varapalos sufridos en resultados deportivos, el entrenador del FC Barcelona, Xavi Hernández, anunció que el 30 de junio, es decir, al final de la presente temporada, no seguiría como entrenador del Barcelona. Manifestó en rueda de prensa que lo tenía decidido hace tiempo y que era el momento de anunciarlo.
«La sensación de ser entrenador del Barcelona es cruel, desagradable, sientes que te faltan al respeto. Es un desgaste terrible a nivel de salud mental, de estado de ánimo… Hasta el punto de que dices que no tiene sentido continuar. Mis más cercanos lo saben. El club necesita un cambio de dinámica”, fueron algunas de sus palabras para justificar su decisión considerada como irrevocable.
Fue considerado el anuncio de una dimisión en diferido. Sin embargo, tres meses después y a pesar de que los resultados deportivos no han mejorado, donde dijo digo, dice Diego, y la que era una dimisión irrevocable por el bien del club y el proyecto que encabezaba, ya no lo es y manifiesta que se queda hasta terminar su contrato, paradójicamente por las mismas razones por las que pretendía dimitir.
No son pocos los analistas, politólogos y demás fauna circunspecta que calienta sillas día sí y día también en las tertulias televisivas han estado elucubrando sobre la decisión que tomaría el Presidente y eran muchos los que defendían que se iba.
Pues no, Pedro Sánchez se queda, marcándose, a su manera, un “Xavi”. Es decir, en su caso, anunciar sin anunciar del todo, que iba a dimitir para después, por las mismas razones, no dimitir y seguir en el cargo.
Podremos estar más o menos de acuerdo con lo que ha montado para decir que sigue, ahora con renovadas fuerzas. Suerte la suya que con cinco días ha bastado para renovarlas. El común de los mortales ni con un mes lo consigue. Pero, este no es el problema de fondo.
Pedro Sánchez queriendo o sin querer, de la forma más humana posible, ha señalado donde le duele y donde su reconocida capacidad de resistencia al parecer tiene límites y eso hace que su continuidad al frente del Gobierno ya no sea igual y tendrá que tomar decisiones para hacernos creer en su amago de irse y su decisión ahora de quedarse.
Lo cierto es que, lo que el propio Presidente llamó como fachosfera en cierto modo ha ganado. Y el problema no es que el conglomerado de intereses políticos, económicos, judiciales, mediáticos y otros no confesables ni reconocidos se haya salido con la suya puntualmente, comprobando que sus prácticas pseudo mafiosas han tenido éxito, sino el precedente que se marca para sus intereses. Lo peor que ha podido ocurrir es que comprueben en la práctica que sus iniciativas hacen mella nada más y nada menos en la persona de un Presidente del Gobierno. Ahora nadie, ni siquiera aquellos que puedan estar en la propia órbita de la fachosfera, pueden estar a salvo de estas prácticas llegado el caso.
La democracia española empieza, si alguna vez no estuvo, a estar “tutelada” por una mafia que ha sabido extender sus tentáculos en todos y cada uno de los espacios que configura un verdadero y reconocible estado de derecho, corrompiéndolo hasta límites insospechados.
A partir de ahora, el valor de los resultados de las urnas como expresión de la voluntad del pueblo va a ser relativo y transitorio en función de los intereses de la llamada fachosfera y nadie, ni siquiera el más anónimo de los ciudadanos, puede estar exento de esa tóxica influencia.
No sabemos si el Presidente Sánchez, con su “orquestado” amago de dimisión, ha querido poner sobre la mesa a modo de aviso a navegantes el enorme poder de la fachosfera y hasta donde llega sus tentáculos. Pero más allá de esta duda, lo cierto es, que sin ser santo de nuestra devoción, a lo mejor le tenemos que agradecer este último gesto político. El aviso a navegantes es más que meridiano.
Puño en Alto